lunes, 26 de diciembre de 2016

Origen e historia del encaste Santa Coloma

El encaste Santa Coloma es uno de los más bellos y singulares del campo bravo y ha sido protagonista de épocas doradas del toreo de la mano de muchas figuras que sintieron predilección por él.
Posee un comportamiento propio y una morfología y unos pelajes que lo definen, así como podemos decir que es único por su personalidad.
Son toros que se caracterizan por su sinceridad y por definirse rápido y no ser tan cambiantes como ocurre en Núñez y Atanasio, sino que en su salida dejan clara su condición tanto para bien como para mal. Requieren más aún que otros encastes una lidia ordenada y en la que se le hagan las cosas bien para que rompan, se entreguen y vayan a más, de lo contrario podrán desarrollar sentido. Este sentido hace que, en teoría sean animales de faenas cortas y medidas, pudiendo ponerse muy complicados para la suerte suprema si se les pasa de faena. Esto no indica que una vez se entreguen no puedan durar una eternidad como ha sucedido con toros que permitieron grandes faenas y que parecían no tener fin, como por ejemplo el famoso "Marquito", indultado en Granada por Ortega Cano.
"Marquito" de Ana Romero, cuya estampa es el prototipo de Santa Coloma.
Son además animales muy sensibles a los toques bruscos (con los que se aviolentan) y muy agradecidos cuando se les trata con temple y suavidad.
Los ojos de los Santa Coloma también son especiales, pues son saltones, intensos y vivos, siendo famosas sus miradas fulminantes hacia los toreros. Cuando nombramos este encaste, siempre se nos viene a la mente un toro cárdeno, bajo, enmorrillado, un poquito cuesta abajo y de cuerna armónica y nunca destartalada.
El prototipo Santa Coloma es ese toro bajo, armónico y serio, que debe rondar los 470 y los 500 kilos, pues de lo contrario estará acochinado y será difícil su movilidad.
Para adaptarse a los nuevos tiempos se ha trabajado por lograr un toro que pueda albergar más kilos, por tanto con más caja y también que abra más la cara, aunque el verdadero tipo del encaste y por tanto, lo que suele embestir, es el anterior, así que los ganaderos tratan de encontrar el término medio entre ambos, para llegar al toro exigido sin sacar de tipo el encaste.
El pelaje por antonomasia como sabrán es el cárdeno en todas sus tonalidades, al cual se suma el negro, ya sea zaino o entrepelado, y además, aparecen, (desde el origen del encaste a comienzos del siglo XX), todo tipo de accidentes desde los salpicados, bragados y meanos a los calceteros, calzones, luceros, cinchados, jirones, coleteros... La gran mayoría de las veces lo hacen en forma de pelos blancos, ya sea sobre el predominio del cárdeno o del negro. También hemos de mencionar que, muy excepcionalmente, en algunas ganaderías han aparecido ejemplares colorados, castaños o tostados, a consecuencia de un salto atrás por la línea ibarreña.
"Golosino" de La Quinta galopa tras la muleta de Juan Bautista en Istres.
La historia ha hecho que fruto de la disgregación de Santa Coloma, existan varias líneas dentro de un mismo encaste como son Buendía, Graciliano y Coquilla y también está estrechamente emparentado con el encaste Saltillo, pues Santa Coloma nace del cruce de Saltillo e Ibarra, y además, posteriormente, muchas ganaderías de Saltillo fueron refrescadas con ganado de Santa Coloma, como es el caso, nada menos que el de la de Victorino Martín.
Así, en esta reportaje (que se divide en dos partes), repasaremos toda la historia del encaste remontándonos a comienzos del siglo XX, para, viendo como se desarrollan los hechos, comprender el origen de lo que ha llegado a nuestros días.

El nacimiento del encaste

El encaste debe su nombre a D. Enrique de Queralt y Fernández de Maquiera, más conocido como el XI Conde de Santa Coloma, dinastía originaria de Cataluña. Resulta que a primeros del siglo XIX, la dinastía de los Santa Coloma se había unido mediante un matrimonio con la de los Bucareli, unos negociantes genoveses que por establecerse en Sevilla tuvieron un poder inmenso en España y América, además de un patrimonio tremendo de edificios y tierras. Por tanto, al unirse las dos familias, los descendientes heredaron el patrimonio de ambas.

El XI Conde de Santa Coloma, además de maestrante de Sevilla, era un gran aficionado al toro tanto en la plaza como en el campo e íntimo amigo de los más importantes ganaderos del momento como eran los Miura, los Duques de Veragua y el Marqués de Saltillo. El Conde recibió en la dote de su abuela Bucareli una auténtica joya, una finca de 3000 hectáreas situada entre Alcalá de Guadaira y Morón de la Frontera: el celebérrimo cortijo "Bucaré". Por cierto que este nombre no tiene más significado que el de la castellanización del apellido italiano de los propietarios de la hacienda.
Esto ocurrió a primeros del XX y el Conde decidió hacerse ganadero de bravo en "Bucaré", al igual que lo hubiera hecho su antepasado en el siglo XVIII. Al tratarse de un importante aristócrata, no podía tener cualquier ganado, sino levantar una vacada importante y a la altura de su título, por lo que tras estudiarlo, cuando supo que D. Eduardo Ybarra había puesto su ganadería en venta se lanzó a por ella. De esta forma, la que era una de las más importantes ganaderías del momento, fue dividida en dos lotes iguales: uno lo compró D. Fernando Parladé y con el otro se hizo el Conde de Santa Coloma.
Así, el ganado de Ybarra llegó a "Bucaré" en 1904 dándose el Conde por satisfecho, sin embargo, en 1905 falleció la Viuda de Saltillo. La ganadería de ésta estaba en manos del nuevo Marqués, pero su madre siempre le había impedido que la vendiese, pues no quería que tan importante vacada creada fruto de la selección realizada saliese jamás de su familia. No obstante, una vez fallecida ella, no tuvo ningún reparo en venderla, aceptando todas las opciones de compra, adquiriendo también el Conde de Santa Coloma un lote.

Portada del Cortijo "Bucaré".
De esta forma, el Conde reunió en "Bucaré" ganado de dos de las mejores ganaderías de su época. Ambas eran ramas de un mismo árbol, pues habían surgido de la casta fundacional de Vista Hermosa, pero habían evolucionado por separado, siendo por tanto ambas radicalmente diferentes.
Las reses de Ybarra tenían mucha más caja y volumen y en ellas predominaba el pelaje negro y en menor medida el castaño y el colorado. Su bravura era más noble y toreable y sobre todo era importante su regularidad, lo cual la hacía la predilecta de los toreros. Sin embargo, esa toreabilidad y nobleza a menudo estaban cercanas a la mansedumbre.
Mientras tanto, los Saltillos tenían menos caja y mayor alzada y finura y la capa cárdena era la predominante. Eran toros mucho más duros, fieros y vivos, y su bravura desembocaba en el genio, el peligro y el sentido.
Así, el Conde llevó dentro de su propia ganadería tres líneas por separado: una pura Ybarra, otra pura Saltillo y otra que era la cruza de ambas. De esta última esperaba lograr su creación, la de una ganadería que aunara lo mejor de ambas sangres.
Pasados varios años, decidió conservar solo la cruza, decidiéndose a vender las partes que aún conservaba puras. De esta forma, mediante estas ventas, se escribirán otras historias por separado.

Lo primero que vendió, fue la parte de Saltillo en 1912, conservando únicamente las vacas con notas más altas. Y el comprador de este lote de 173 cabezas fue nada menos que su propio hermano menor, D. Hipólito de Queralt y Fernández de Maquiera, el XIII Marqués de Albaserrada, el cual poseía en Gerena la famosa finca "Mirandilla", a donde viajaron los "saltillos" (que solo permanecerían allí 9 años).

El de 1919 sería un año dorado para ambos hermanos, ya que en la Plaza Vieja de Madrid el 11 de mayo se le dio la vuelta al ruedo al famosísimo "Bravío" número 70, ejemplar del Conde de Santa Coloma que resultó de bandera y que aunó lo mejor de las sangres Saltillo e Ybarra, en cuya bravura se equilibraron a la perfección.

"Bravío" en los corrales de la plaza de Madrid.
Pero además, el 29 de mayo siguiente, el no menos célebre "Barrenero", perteneciente a la ganadería de su hermano el Marqués de Albaserrada, fue también de bandera y de vuelta al ruedo. Este toro fue aún más duro y fiero que el anterior, pegando con él Rodolfo Gaona un petardo mayúsculo al verse desbordado el gran torero mexicano. Por cierto que esa tarde el hierro de la A coronada tomó antigüedad.
Revista de la época que ilustra el momento en el que Gaona intenta descabellar en medio de una bronca tremenda.
La cabeza de "Barrenero", disecada en Gerena.
El Conde de Santa Coloma, vendería en 1916 un lote en el que predominaban las reses puras ibarreñas pero en el que también incluyó desechos de tienta y ganado de la línea Saltillo y de la cruzada. Éste fue adquirido por el ganadero salmantino Francisco Sánchez de Coquilla, naciendo por esta vía la famosa rama del que sería encaste Santa Coloma.
Por último, en 1920 vendió otro lote en el que también predominaba la sangre ibarreña y en el que la de Saltillo aparecía en un porcentaje menor al anterior, lo que explica las grandes diferencias entre ambas. Éste fue adquirido por el gran ganadero salmantino Graciliano Pérez Tabernero, quien dio forma y nombre a esta otra rama del encaste.

La ganadería del Conde tuvo sus años dorados cuando la cruza fue equilibrada en las primeras generaciones en las que había un 50% perfecto de ambas y el gran Joselito el Gallo, la tuvo como una de sus predilectas. Quien fuera el artífice del toreo y el toro moderno estaba seguro de que las ganaderías procedentes de Vista Hermosa y concretamente sus líneas Saltillo y Parladé eran las mejores para el toreo, por lo que en la del Conde encontró la ganadería ideal al ser una cruza de ambas, llegando a estoquear hasta 109 toros suyos, muchos de ellos en manos a manos con Belmonte
Cabeza de "Cantinero", toro de Santa Coloma (de la
línea cruzada) al que Gallito cortó la primera oreja
 que se concedía en la historia de La Maestranza.
y como único espada, como la famosa tarde de 1915 en la que cortó la primera oreja de la historia de La Maestranza de Sevilla, un hito al que ya le dedicamos una entrada con motivo de su centenario (Pinchando aquí podrán recordarla).
Gracias a José la ganadería se puso en la cima, pero, la cruza, al seguirse cruzando sin equilibrar correctamente la balanza hizo que la vacada decayese, pues desarrolló los defectos de ambas líneas, siendo por lo general ejemplares geniudos, con peligro, sentido y mala casta, lo que provocó el rápido rechazo de los toreros. Joselito falleció en 1920 y en 1921, un toro santacolomeño hirió de gravedad a Belmonte en Sevilla, mismo año en que el Marqués de Albaserrada fallecía de un infarto. Durante los años 20 la vacada siguió en declive y finalmente el Conde decidió venderla en la primavera de 1932, pues, teniendo en cuenta además la situación de su vacada, ante la llegada de la República, evitó el saqueo de sus fincas y palacios haciendo creer estar arruinado.
De esta forma, el hierro, la divisa, el ganado y la finca "Bucaré" pasaron a manos de D. Joaquín Buendía Peña, un joven de apenas 24 años para quien su padre y su padrino (ambos socios e importantes agricultores) compraron la ganadería de Santa Coloma.
Sobre el trabajo y el papel de D. Joaquín, quien escribiría las páginas más gloriosas del encaste Santa Coloma, hablaremos en la segunda parte de este reportaje.

La influencia "santacolomeña" en Victorino Martín

El legendario hierro de la A coronada y la divisa azul y encarnada, cuya antigüedad se corresponde con la tarde en que se lidió "Barrenero", es el que creó el Marqués de Albaserrada para herrar los puros "saltillos" que criaba en "Mirandilla". Este mismo hierro lo conserva en la actualidad D. Victorino Martín y por esa raza razón, a los "victorinos" también se los conoce como "albaserradas" pues son descendientes de los ejemplares que el Marqués criaba en Gerena. Sin embargo, la historia de cómo el hierro y la ganadería llegaron a manos de D. Victorino Martín Andrés no es tan conocida.
Un joven Victorino Martín Andrés ejerce de
picador en un tentadero.
Tras triunfar con fuerza en Madrid con su toro "Barrenero" en 1919, el Marqués de Albaserrada falleció el año siguiente víctima de un infarto. Su viuda, quien realmente no sabía qué hacer con la ganadería, accedió a venderla en 1921, aceptando la oferta del vallisoletano D. José Bueno Catón, un adinerado comerciante de cerdos. De Bueno pasó a su viuda Dña. Juliana Calvo en 1928, quien, alrededor del año 1940, refrescó la ganadería comprando 50 vacas y un semental a D. Joaquín Buendía. Cuando Dña. Juliana fallece en 1941 sin descendencia, la ganadería la heredaron sus cuatro sobrinos Antonio, Josefa, Florentina y Andrea, quienes lidiaron a nombre de "Escudero Calvo Hermanos". A comienzos de los 60, el hierro atravesaba un momento muy delicado y sus propietarios buscaban desesperadamente comprador, pues de lo contrario se verían obligados a mandarlo al matadero.
De esta forma, un carnicero de Galapagar llamado Victorino Martín Andrés, compró (junto con sus hermanos) la ganadería entre los años 1960 y 1965 a un bajo precio de carne. Aunque muchos le dijeron que se arruinaría comprando una ganadería que por algo iba al matadero, D. Victorino estaba convencido de que "le había tocado la lotería". El resto de la historia ya es sabida: Victorino creó una de las más importantes ganaderías de la historia y que sigue en la cúspide en la actualidad.
Por cierto que nada tienen que ver con los "victorinos" los "albaserradas" que desde 1947 pastan en "Mirandilla", los cuales son de origen Isaías y Tulio Vázquez.
La sangre predominante en Victorino es la de Saltillo, pero, por ese refresco que realizó Dña. Juliana con reses de Buendía, la sangre "santacoloma" también tiene una alta influencia en la ganadería y se refleja en las hechuras, pues también aparecen toros bajos, enmorrillados, con el denominado "hocico de rata" y con el innegable tipo "santacolomeño".
Recuerdo por ejemplo un ejemplar llamado "Estanquero", lidiado por El Cid en Sevilla en 2015, muy en Buendía y por supuesto, también vemos esta influencia en las hechuras del grandioso toro "Cobradiezmos".
 
"Cobradiezmos", indultado en La Maestranza el 13 de abril de 2016.
 
Mario García Santos (@mario_garsan)

sábado, 13 de agosto de 2016

El Encaste Núñez y el origen de sus luceros y calceteros

El encaste Núñez, surgió tras el trabajo, la ilusión y la selección del célebre ganadero D. Carlos Núñez Manso.
D. Carlos, quería alcanzar y modelar su toro soñado y para ello, creó su propio encaste a través de una mezcla de diversas sangres, pues de cada una de ellas admiraba distintas virtudes.
Ese "cóctel", con el paso de los años y a través de una exhaustiva selección, acabó siendo cada vez más homogéneo y convirtiéndose en un encaste propio, con el cual, se anunciaron y triunfaron las figuras del toreo durante la segunda mitad del siglo XX.

El toro del encaste Núñez, siempre ha sido famoso por tener la capacidad de ir a más, pues la verdadera bravura siempre tiene signo ascendente. Es habitual que los animales salgan a la plaza muy fríos y andarines, como sin saber donde están, e incluso berrear y salir sueltos en las primeras entradas al caballo, para después (por supuesto, en un animal de buen juego) calentarse, pelear y empezar a definirse.
Con los toros de Núñez, las banderillas suelen jugar el verdadero papel de "avivadoras", pues es aquí cuando se vienen arriba. En la muleta, requieren más que ningún otro, sobre todo en el primer tramo de faena, que el torero les de sitio y toree primero en línea recta y a ser posible perdiéndole pasos entre muletazo y muletazo (dejando de lado la ligazón en beneficio de la buena lidia).
Lo mejor de este encaste es que, si se le consiguen hacer las cosas bien, son agradecidos y acaban rompiendo hacia delante y entregándose, embistiendo con gran clase, nobleza, fijeza y gran boyantía y yendo a más y a más a la largo de la lidia, hasta el punto de que, algunos incluso podrían morir embistiendo si no se les dejase de torear.
Era tal la calidad de los toros que consiguió modelar Carlos Núñez, que los toreros llegaron a afirmar que el recorrido de sus embestidas tenía un tranco más que las de otros encastes. Y es muy cierto. 
Las tres sangres que formaron el cóctel
A finales de los años 30, D. Carlos Núñez había comprado la emblemática finca "Los Derramaderos" (en Barbate), en la cual pretendía crear su propia ganadería de bravo. En 1938, compró la vacada y el hierro de la R de D. Manuel Rincón, célebre vacada formada con puntas de ganado de distintos orígenes que se absorbieron (José Carvajal, Fernando Villalón o lo vazqueño de González Nandín) al ser cruzadas con la compra a Fernando Parladé (quien había comprado la mitad de la ganadería de Ybarra).
La vacada de Rincón, (fundada a primeros de los años 10), había sido adquirida por Antonio Urquijo en 1925, quien poco después la revendió a Indalencio García Mateo en 1928. Éste se la vendió a D. Carlos al quedar mermada tras el paso de los militares nacionalistas durante la Guerra Civil y cuyo traslado se pudo efectuar al encontrarse "Casablanca" muy cerca de "Los Derramaderos".
También en 1938, Carlos Núñez añadió a lo de Rincón (que eran sobre unas 100 cabezas) una punta de vacas y sementales de la prestigiosa y también vecina ganadería de D. Ramón Mora-Figueroa.
Las reses de ambas ganaderías, tenían un origen más cercano en casta Vista Hermosa y su mezcla fue pronto homogénea, aunque no dejan de ser dos líneas distintas, pues, además, en la de Rincón se había llevado a cabo un cruce.
Finalmente, en 1941, Carlos culminó la compra, adquiriendo, por recomendación de su amigo Pepe Camará (matador de toros, empresario y apoderado de Manolete) una parte de la ganadería de los Herederos del Marqués de Villamarta, la cual se dividió entre hermanos al fallecer la viuda del mencionado aristócrata.
Pero, para entender el origen del encaste Núñez, es necesario conocer también cómo se había formado la vacada de Villamarta, la cual, era una macedonia de sangres fundada por el millonario marqués.
La ganadería del Marqués de Villamarta

Hierro de Villamarta.
El Marqués de Villamarta, a finales del siglo XIX, había emprendido la aventura ganadera en dos ocasiones. En la primera, no llegó a lidiar tras comprobar los nefastos resultados en las tientas y en la segunda, más ilusionado, lidió una corrida en Madrid en 1904 (11 años después de haberlo comprado y seleccionado), que resultó un verdadero petardo según las crónicas, vendiendo todo el ganado cuanto antes pudo.
Desilusionado y frustrado tras haber fracasado dos veces y como tenía tanto dinero como para gastar en tres vidas, decidió que la tercera sería la vencida y se dispuso a comprar reses a las ganaderías en mejor momento de la época, sin importarle combinar las ramas más diversas (ni por supuesto, tampoco el coste.)
De esta forma, en 1914 compró vacas madres a la Viuda de Murube, a D. Félix Urcola, al Conde de Santa Coloma, al Marqués de Albaserrada y al Marqués de Saltillo, es decir, a las ganaderías más prestigiosas de la casta Vista Hermosa, las cuales, muy distanciadas hoy en el presente, parece ser que en aquel entonces aún no lo estaban tanto.
Pero además, por compromiso, también compró ganado a Patricio Medina Garvey (pariente de su esposa), el cual poseía un cruce Vista Hermosa con Vazqueño y también, como aparece en sus libros, se hizo con una punta de vacas del ganadero y bodeguero de Sanlúcar Carlos Otaolaurruchi (de procedencia Hidalgo Barquero), a quien le había arrendado la finca "Alventus" (en Trebujena) hasta que volvió a hacerse ganadero el marqués, quedándose algunas de aquellas vacas en la finca.
Así consiguió reunir en sus 9000 hectáreas (repartidas en tres fincas gaditanas) a una tropa de 360 vacas de todos esos hierros, a las cuales, echó sementales que compró a D. Fernando Parladé (también de pura casta Vista-Hermosa).
De esta forma, en 1917 empezó a lidiar con buenos resultados y en 1919, realizó la última compra, adquiriendo entera la vacada de D. José Carvajal (500 cabezas de ganado). Esta ganadería onubense de Zalamea La Real había nacido del cruce entre sangre Vazqueña y Vista-Hermosa y se encontraba en un ilusionante camino emergente, pero que, tras la muerte del hijo del ganadero (quien llevaba sus riendas), se vio frustrada por el luto de su propietario, que decidió venderla.
Muletazo por alto de Manolete al villamarta
al que cortó el rabo en Sevilla en 1941
De la línea Carvajal, el Marqués de Villamarta sacó la mayoría de sus sementales, lo que provocó un importante salto de calidad, creando un toro que aunó lo mejor de todas las ganaderías de Vista Hermosa (una bravura enorme, pero con nobleza y que duraba hasta el final de la lidia, posibilitando también faenas de triunfo) y también la variedad de pelajes y accidentes de todo tipo procedentes de lo vazqueño que se absorbió de Medina Garvey, Otaolaurruchi y sobre todo de Carvajal.
A lo largo de los años 20 y 30, la ganadería de Villamarta labró su prestigio, pues, aunque aún se trataba de un conjunto un tanto heterogéneo, sus toros propiciaron tanto peleas en varas como triunfos de los toreros, lo que la convirtió, tanto en una de las ganaderías predilectas de la afición como en la de los espadas.
La cúspide llegó en octubre de 1938, cuando en La Maestranza, en una histórica novillada, dos futuras figuras de época como Manolete y Pepe Luis Vázquez, pusieron boca abajo la plaza, paseando dos orejas el cordobés y un rabo el sevillano, quienes tuvieron excelentes ejemplares que les permitieron expresar su toreo en toda su dimensión.
Manolete paseando el rabo en La Maestranza en 1941
Durante los primeros y duros años de la posguerra (1939, 1940 y 1941), la ganadería se mantuvo como la de más prestigio y la más solicitada por toreros y empresas, y en la Feria de Abril de este último año, "Manolete", tras una faena antológica, paseó el rabo de un bravísimo "villamarta" en La Maestranza, lo que puso en la cumbre a ambos.
El Marqués había fallecido en 1933 y se había seguido lidiando a nombre de su viuda, la cual falleció el mismo día en que "Manolete" paseó el mencionado rabo. De esta forma, el primogénito heredó el título nobiliario y el hierro, pero la ganadería se dividió entre los hermanos. Solo el mayor quiso seguir con el proyecto de su padre, mientras que los demás prefirieron vender su parte, comprando así, D. Carlos Núñez Manso una de ellas ese mismo año.
Por cierto, otra de esas partes en las que se dividió, acabó en 1944, en manos de la familia Guardiola, quienes conservaron la sangre Villamarta en pureza.
 El nacimiento del encaste 
Una vez Carlos Núñez culminó su compra, había reunido en "Los Derramaderos" una piara de 150 vacas, de las cuales, 57 eran de Rincón, 50 de Mora-Figueroa y 42 de Villamarta.
A éstas echó primero sementales comprados junto a las vacas, para sacar posteriormente sus propios reproductores.
Las líneas Rincón y Mora-Figueroa se cruzaron y acabaron siendo una sola, mientras que lo de Villamarta, salvo en excepciones, se llevó por separado.
En la rama Villamarta jugaron un papel importante para sentar su base los sementales "Rinconero", "Papelero" y "Volteador".
Mientras tanto, las otras dos líneas sí se cruzaron y a su fusión contribuyeron sementales cumbres como "Dinamito", "Cantinero", "Azulejo" y sobre todo el famoso "Amistoso", considerado como el toro que hizo la legendaria ganadería.
El célebre semental chorreado "Amistoso-86", había sido comprado a Mora-Figueroa y padreó durante toda la década de los 40 en "Los Derramaderos" hasta morir de viejo en 1949. Resultó  verdaderamente fundamental en la ganadería, fijando caracteres de comportamiento y morfología.
Tanto ilusionó a Carlos Núñez la bravura y la calidad que transmitía (además con gran regularidad) a sus hijos, que decidió echarlo también a las vacas de Villamarta una temporada.

Carlos Núñez junto a su esposa, retratados en su despacho y bajo la cabeza de "Amistoso".
Muy pocas ocasiones en la historia de la ganadería se cruzó Villamarta con Rincón, pero esto hizo que ambas tuvieran un toque de la otra y que las clásicas hechuras Núñez existan en ambas ramas, lo que hace que ya, aunque sean dos líneas distintas, ambas son casi homogéneas y parte de un encaste propio y único.
Como es sabido, a lo largo de los años 40 y sobre todo en los 50 y 60, la ganadería de Carlos Núñez alcanzó la cumbre, convirtiéndose en la más prestigiosa de la época y siendo solicitada por las figuras del toreo, quienes alcanzaron triunfos gloriosos con estos toros, sobre todo dos figurones como Antonio Ordóñez y "El Cordobés", íntimos del ganadero y que lidiaron camadas enteras.
Finalmente, tras la llegada de la imposición del toro grande en los 70, la división de la ganadería matriz y el surgimiento de otros hierros de la misma sangre que acabaron siendo más importantes, la ganadería de Carlos Núñez, llevada por sus herederos tras su muerte, aunque no perdió calidad, acabó desapareciendo de las grandes ferias, aunque su sangre, (de forma oficial o bajo el secretismo de sementales que van y vienen) fue la fuente de la que siguieron bebiendo ganaderías de postín no solo de Núñez, sino también de Domecq...

El origen de la variedad cromática:
herencia vazqueña

La cabaña brava española proviene de las llamadas castas fundacionales. Éstas son la Navarra, Jijona, Cabrera, Gallardo, Vázquez y Vista-Hermosa. Más del 90% del ganado existente hoy proviene de esta última, mientras que de las dos primeras solo se conservan pequeñísimos vestigios absorbidos y de Cabrera y Gallardo, solo queda sangre en Miura y Partido de Resina.
Mientras tanto, la casta vazqueña se conserva en pureza en algunas ganaderías como Maria do Carmo Palha o Prieto de la Cal o en lo absorbido por el encaste Domecq, de lo que solo quedan los pelos jaboneros y ensabanados.
Los toros de Vázquez, se hicieron famosos por fieros y terroríficos, pues protagonizaban tercios de varas brutales, ocasionando carnicerías de caballos y dando tumbos a los picadores, pero después, para el toreo no servían, pues su bravura áspera solo duraba el tercio de varas.
Antaño, se consideraba bravo al toro que más caballos mataba y que más poder tenía, sin importar si al final morían en toriles o si era imposible el lucimiento del torero.

Toro berrendo de la ganadería de Prieto de la Cal, vacada de pura sangre vazqueña procedente de Veragua.
Cuando a lo largo del siglo XX, de la mano de toreros y ganaderos de época, la tauromaquia evolucionó hacia la que hoy conocemos, Vázquez empezó a desaparecer al no servir para la nueva etapa, manteniéndose tan solo los vestigios absorbidos, los encastes cruzados como el Vega-Villar o el Hidalgo Barquero y las vacadas de contados ganaderos íntegros y románticos que pelearon y pelean por adaptarlos al toreo actual y sobre todo por que no se pierda esta sangre histórica.
El toro vazqueño se caracterizaba, además de por su comportamiento áspero y su poder, por su grandísimo abanico de capas, que abarca desde el negro zaíno hasta el ensabanado, pasando por colorados, castaños, cárdenos, burracos y berrendos de todo tipo, apareciendo también toda clase de accidentes en el pelaje, desde el bragado, hasta toda variante de luceros y girones.

A pesar de que el encaste Núñez, tiene un origen Vista-Hermosa casi en su totalidad, a través de Villamarta y también de Rincón, se absorbieron vestigios vazqueños que, aunque no han tenido relevancia en lo que al comportamiento se refiere, son visibles en la gran variedad de pelos existente.
Colorado de Carlos Núñez de inconfundibles hechuras,
y cuyo lucero es clara herencia vazqueña.
Aunque parezca mentira, una base muy importante de este encaste, surge del cruce Vázquez-Vista Hermosa que hizo un ganadero onubense llamado José Carvajal.
Fue un verdadero visionario, además de uno de los primeros ganaderos que empezó a preocuparse de verdad en la importancia de la selección en las tientas para el futuro de la ganadería y del toreo.
Carvajal poseía dos fincas en Zalamea la Real, llamadas "Las Navas" y "El Baquillo" y se hizo ganadero en 1885 comprando vacas y dos sementales a los Hermanos Arribas (de Guillena), que poseían una ganadería vazqueña.
Posteriormente, en 1896, se hizo con una punta de vacas y un semental de la célebre ganadería de Eduardo Ybarra, de puro origen Vista-Hermosa. Deslumbrado por la bravura "ybarreña", Carvajal decidió cruzar ambas líneas, lo que supuso el primer cruce en la Historia entre ambas castas.
Tras cruzar, siguió echando lo puro Ybarra a lo cruzado, lo que provocó finalmente la absorción de la sangre de Arribas y la creación de una gran ganadería, que, según cuentan, tenía la capacidad de ir a más.
Pero, cuando la ganadería de Carvajal se encontraba en su mejor momento y a punto de dar el salto a la cumbre, tras la muerte de su hijo, D. José decidió vender la ganadería. Se la rifaron entre muchos compradores, sabedores de que era oro lo que allí había. Fue finalmente el Marqués de Villamarta, quien, a pesar de haber dado ya por cerrada la adquisición de ganado para su nueva vacada dos años antes, no dudó en comprarla entera, en 1919, viajando las 500 cabezas de ganado de Zalamea hasta Jerez.
Con el ganado de Carvajal, la ganadería del Marqués de Villamarta dio un gran salto de calidad y se acabó colocando en primera fila.
También en Villamarta hay ascendencia vazqueña procedente de las vacas de Medina Garvey y de Otaolaurruchi que incluyó en su lote, pero la mayor ascendencia viene de Carvajal, pues de esta línea sacó la mayor parte de los sementales.
Pero, aunque la mayor parte de restos vazqueños provienen de Villamarta, también quedó una parte muy pequeña de Rincón, quien formó su ganadería con reses de González Nandín (vazqueño puro) y también de su vecino José Carvajal (pues Rincón tenía su ganadería en Zufre), a lo que echó sementales de Parladé, y tras cruzar siguió echando puro Parladé a lo cruzado. Por tanto, la ganadería de Rincón acabó siendo mayoritariamente Parladé (puro Vista-Hermosa) con un toque de todo lo anterior.
Por tanto, como ven, las reminiscencias vazqueñas en Núñez, provienen mayormente de la rama Villamarta, en la cual, esto se aprecia claramente en la existencia de algunos luceros, calceteros, girones...
Vaca madre de Carlos Núñez acompañada de su retoño. Su llamativo pelaje salta a la vista.
Pero estos pelos eran algo casi vestigial, hasta que se acabó produciendo un salto atrás en los años 60.
En 1959 nació un toro llamado "Arrumbadito", que se herró con el número 12 y con el histórico hierro de la R. El toro, procedente de la línea Villamarta de la ganadería, era negro calcetero y girón y sus hechuras eran perfectas.
Su final hubiese sido el de una plaza importante, pero el destino quiso que no se llegase a lidiar, pues de utrero, fuera como fuese, se partió el pitón izquierdo.
Imagen de "Arrumbadito" publicada en 6 Toros 6
en junio de 2012. A pesar de que está echado, se puede
 apreciar que es girón y calcetero y que le falta media
asta izquierda.
D. Carlos, al ser un toro de buena nota y no poder lidiarlo, decidió tentarlo, resultando verdaderamente extraordinario, tomando nada menos que 12 puyazos, el último con más alegría que ninguno. Lo toreó Antonio Ordóñez y fue tal su tremenda calidad, que tras una larga faena del rondeño, también lo torearon Manolo Vázquez y Juan Antonio Romero, embistiendo incansable y cada vez más entregado.
Padreó durante 9 años, y fue un semental cumbre, tanto que D. Carlos, como hiciera en su día con "Amistoso", decidió echarlo, además de a las vacas de su misma línea Villamarta, también a las de Rincón, extendiendo así su simiente por ambas líneas.
Esto provocó la aparición de todo tipo de capas y accidentes en el pelaje, herencia genética de sus antepasados vazqueños y que quedaron como huella imborrable en la ganadería y por ende, en todo el encaste.
De la casa matriz de "Los Derramaderos", surgieron otras tantas ganaderías de prestigio, como Torrestrella, Gabriel Rojas, Manolo González, Alcurrucén, José Luis Pereda...
En pureza, el encaste Núñez, hoy día solo está representado en primerísima fila por Alcurrucén, ganadería que más toreros ha sacado a hombros en los últimos tiempos en Las Ventas, con toros y faenas inolvidables, como la de Aparicio a "Cañego", la de "El Cid" a "Guitarra", la de Castella a "Jabatillo" o este último San Isidro la de David Mora a "Malagueño".

Por cierto, en Alcurrucén, donde la sangre Rincón predomina en un 96%, hubo un semental de nombre "Bocineto", que extendió aún más los calceteros, luceros, girones, cinchados... Pintando así toda la ganadería, pues, no en vano, su abuelo era "Arrumbadito".
Ejemplar de la divisa de Alcurrucén fotografiado el pasado invierno.
Pero, como digo, secretamente, desde "Los Alburejos" viajaron muchos sementales a "Lo Álvaro", pues, al ser familia ambos ganaderos, se los intercambiaron mutuamente durante años, por lo que, actualmente, la mayor parte de ganaderías de encaste Domecq, tienen también sangre Núñez.

Solo los elegidos tienen el poder de cambiar la Historia, de ser visionarios y mirar al futuro viendo más allá. A lo largo de la historia del toreo, han habido grandes genios que, figuras del toreo o de la ganadería dieron pasos de gigante hacia una Fiesta mejor, dedicando su vida entera a perseguir un sueño.
Carlos Núñez Manso, lo consiguió y tras años de trabajo, logró crear un encaste propio y un toro inigualable, un toro con el que también sueñan los toreros.

Mario García Santos (@mario_garsan)